La arqueología nos dice de donde vienen los piojos
La historia nos cuenta a través de documentos médicos, epidemiológicos o inclusive periodísticos cual ha sido la relación de los piojos con la humanidad.
La biología evolutiva también nos da una perspectiva de dicha relación cuando estudia las diferentes especies de piojos y como y cuando se calcula que los de los humanos se nos subieron al cuerpo y a la cabeza.
De la misma forma aunque desde otro ángulo y metodología la arqueología nos dice de donde vienen los piojos.
En esta entrada daremos un vistazo a esa visión de esta rama de la ciencia a través de un interesante estudio titulado “Estudio de liendres/huevos de Pediculus humanus capitis por microscopia electrónica de barrido” (Study of archaeological nits/eggs of Pediculus humanus capitis by scanning electron microscopy) llevado a cabo por los investigadores Bernardo Arriaza, Vivien Standen e Hipólito Nuñez de la Universidad de Tarapacá, Arica, Chile y Karl Reinhard de la Universidad de Nebraska.
Antes de eso ¿que estudia la arqueología?
Se pueden encontrar muy diversas definiciones tanto en línea como en textos especializados dependiendo de la institución o profesionales que las propongan así como del campo de conocimiento específico y/o líneas de investigación a las que se dediquen.
Por lo tanto sin entrar en controversias sobre cada una de dichas definiciones pues cada una de ellas tiene su valor, para fines de esta entrada solo diremos que la arqueología estudia los restos materiales tanto de los seres biológicos (incluyendo desde los microorganismos hasta los humanos) como de los objetos que han estado relacionados con la vida humana desde la antigüedad.
Dentro de esta definición los restos tanto de seres humanos como de las especies animales a las que se asocian nos hablan tanto de su tipo de relación como de los momentos en el tiempo en que ha ocurrido y desde cuando comenzó tal relación de ser posible.
Para ello quizás lo que más fácilmente identificamos como restos materiales de seres biológicos son por supuesto las momias.
Conocemos bien las momias humanas, ya sea porque hemos oído escuchar de ellas o porque hayamos tenido la oportunidad de verlas presencialmente.
En México en el Museo del Carmen en San Angel, Ciudad de México; en el ex-convento de San Juan Bautista en Tlayacapan, Morelos o por supuesto en el famosísimo Museo de las Momias de la Explanada del Panteón Municipal de la capital del Estado de Guanajuato.
Alrededor del mundo en China, Rusia, Dinamarca, Inglaterra, Italia, Argentina, Irán, España, Japón y claro está en Egipto.
Pero ¿alguien había oído hablar o se había imaginado que existieran momias de piojos o mas sorprendente aún de liendres?
Pues de esto precisamente se trata el artículo que comentaremos aquí.
¿Que debemos saber para comprender los hallazgos?
Las hembras de los piojos son un poco más largas que los machos y se pueden identificar fácilmente uno de otro género porque ellas tienen una porción terminal en el abdomen llamada gonópodo y una glándula uterina que secreta una especie de cemento que contiene proteínas semejantes a la queratina que podemos encontrar en cabello y uñas aunque un poco más duras y que sirven para que adhiera sus huevos a un pelo.
=>> Imágenes de piojos. Acercándonos un poco más <<=
Al día siguiente del apareamiento la pioja deposita de 3 a 10 huevos por día, de tal manera que a las 4 o 5 semanas ya ha depositado de 60 a 100 huevos en promedio en la cabeza de una persona. Los huevos en el inicio miden casi un milímetro de largo.
Con el cemento o pegamento que secreta adhiere a sus huevos al cabello, ya sea un solo huevo cerca del cuero cabelludo en temporadas frías o varios dispersos por todo un cabello en épocas más cálidas.
Los huevecillos o liendres adheridos al cabello mantienen una abertura llamada opérculo con “respiraderos” llamados aeropilos por donde saldrán los embriones una vez que se conviertan en larvas listas para alimentarse por si mismas.
Las condiciones de temperatura ideales para el desarrollo de los huevos o liendres es entre 27 y 31 ºC así como una humedad relativa del 45 al 74%, por lo que cuando se presenta un ambiente optimo los embriones eclosionan como una larva entre 5 y 10 días después de puesto el huevo.
Después de la eclosión o nacimiento de la larva, tienen que pasar cerca de diez días para que evolucione desde su etapa más primitiva hasta la etapa adulta.
No obstante el huevo vacío permanece firmemente adherido y a menos que se corte el cabello que sostiene a dicho huevo o que este se tracciones intencionadamente, seguirá prendido a el durante mucho tiempo.
En las personas que mueren y nunca se eliminaron las liendres que portaban, estas permanecerán adheridas tanto tiempo como el cabello se mantenga conservado y si en condiciones normales sabemos que esto ocurre en innumerables ocasiones, cuando las condiciones favorecen la formación de momias, la conservación de liendres muertas es todavía mas probable.
Al menos las evidencias parecen indicar que tal conservación es un hecho. Los autores de este reporte citan a varios grupos entre ellos Araujo y colaboradores que encontraron huevos de piojos de hace por lo menos 10,000 años en un sitio arqueológico del noreste de Brasil.
Rivera y colaboradores encontraron una alta infestación en 6 o 7 momias asociadas al estadio tardío de la tradición Chinchorro, aproximadamente 2000 años antes de Cristo en el noreste de Chile.
En el sur de Perú en la cultura Chiribaya se encontró un rango de infestación de 18 a 71% de Pediculus humanus capitis en sitios costeros y de alta elevación.
Otro hallazgo en una momia de la cultura Maytas Chiribaya de Arica en el noreste de Chile del año 760 después de Cristo mostró que estaba abundantemente infestada con huevos/liendres de piojos.
¿Qué analizaron los autores del estudio?
En el caso del reporte que comentamos ahora los autores llevaron a cabo un análisis de liendres encontradas en cuerpos momificados de manera natural.
El análisis visual fue llevado a cabo en el laboratorio de antropología física del Museo Arqueológico de San Miguel de Azapa de la Universidad de Tarapacá.
Se obtuvieron las liendres momificadas de cinco sitios arqueológicos de la ciudad de Arica en el norte de Chile: Quiani y Morro 1 correspondientes al Período Temprano (pescadores y recolectores de Chinchorro) de 1500 a 1300 años antes de Cristo) y Camarones 15, Azapa y TR40A correspondientes a los Grupos Formativos del año 1500 antes de Cristo a 500 de nuestra era.
De acuerdo con una metodología ya establecida se tomaron áreas de 2 x 2 cm de los huesos temporal y occipital de algunas de las momias tanto por su grado de conservación como por pertenecer a períodos pre-Colombinos.
Las muestras obtenidas se analizaron entonces por microscopía estereoscópica y de barrido en el Instituto de Alta Investigación de la Universidad de Tarapacá, Arica, Chile.
¿Qué fue lo que los investigadores encontraron?
Lo primero fue que las liendres estaban en muy buen estado de preservación, aunque algunas de ellas al momento de recuperarlas presentaron microfracturas. No obstante, pudieron evaluarse adecuadamente encontrando huevos en diversas etapas, desde intactos hasta aquellos en los cuales las larvas habían eclosionado.
Mediante la microscopía de barrido pudieron identificarse además de los cabellos a los cuales se unían las liendres, estructuras propias de ellos mismos como el cemento de adherencia, el opérculo y los aeropilos en el.
La observación de una liendre intacta con el opérculo conservado sugiere que contenían aún el embrión al momento de la muerte de la persona, no obstante, no es posible asegurarlo pues para ello se requiere fracturar el huevo y analizar los restos dentro de el.
Sin embargo, en algunos casos donde la fractura ya estaba presente, se pudo atisbar al interior encontrando estructuras como las garras de las patas lo cual confirma que dichos huevos contenían embrión de piojo.
Conclusiones
Con los datos mostrados se puede concluir que es posible encontrar huevos/liendres de piojos en buen estado de conservación e identificar no solamente los rasgos del propio huevo sino del embrión que contenían.
El cemento que une a las liendres nos muestra su resistencia pues a pesar del tiempo sigue sosteniéndolas al cabello de las momias.
Los estudios de microscopía como el que se llevó a cabo en el reporte que comentamos pueden además reservar cierta cantidad de material momificado para el análisis de DNA.
Por otra parte, el hecho de no encontrar liendres en algunas momias no descarta infestación y en tales casos lo que es necesario buscar son los restos de cementos adheridos al cabello pues a diferencia de la pared de los huevos la sustancia adherente endurece con el tiempo.
A final de cuentas lo mas relevante de este y otro tipo de estudios similares es lo que nos dice sobre la organización social y cultural de las personas antiguas.
Del análisis citado por ejemplo se puede deducir que, aunque solo el 10% de los individuos estaba afectado por infestación esta era grave y las posibles causas que lo explican son que las temperaturas del desierto de Atacama descienden mucho por la noche y que dado que las viviendas eran elaboradas con materiales escasos la gente se organizaba en pequeñas viviendas y lo hacía en hacinamiento.
Por otra parte, que las personas adultas utilizaban el pelo largo lo cual favorecía la infestación además de que invertía el patrón que vemos actualmente donde los niños son los mas afectados a diferencia de esas épocas donde los adultos lo eran.
Al parecer tampoco creaban peines para el aseo del cabello.
Todo esto contribuye no solamente a explicar la relación de los parásitos y los humanos sino los patrones conductuales de ambos.
Referencias
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