¿Como se ven los piojos?: 5 claves visuales
A pesar de haber escuchado en algún momento de la vida acerca de la pediculosis es muy posible que nos preguntemos ¿cómo se ven los piojos? Si es que nunca nos hemos topado cara a cara con ninguno.
La ventaja de los padecimientos de la piel, pelo y uñas es que muchos de sus signos pueden observarse a simple vista.
Por supuesto que la presencia de los piojos adultos es la prueba irrefutable de que existe pediculosis particularmente en el cabello, sin embargo, existen varios datos que nos pueden ayudar a sospechar que dicha infestación está en desarrollo.
Será muy útil hacerse de una buena lupa o unos lentes magnificadores y una fuente de luz adecuada a fin de poder observar con cuidado varios de los signos que se expondrán a continuación.
Rascado
El rascado de la cabeza es uno de esos movimientos que todos los seres humanos alguna vez hemos practicado con mayor o menor frecuencia ya sea por hábito, por una manifestación inconsciente asociada a pensar o por una real y genuina sensación ocasional de comezón por ninguna razón relevante. Por lo tanto, rascarse la cabeza no representa por si misma ninguna evidencia de enfermedad.
El problema es cuando ese rascado se vuelve una conducta atípica en alguien que previamente no lo hacía, cuando se convierte en una molestia persistente a lo largo de todo el día y sobretodo cuando la sensación es prácticamente un necesidad urgente e incesante por su intensidad que nos obliga a aliviarla en cualquier momento y lugar.
Liendres vivas
Las liendres son los huevos de los piojos. Los huevos de todas las especies de animales se componen del cascarón y del embrión que contienen y cuando dicho embrión abandona el huevo el cascarón queda vacío.
En el caso del ciclo de vida de los piojos, la hembra pone de 8 a 10 huevos en promedio al día y cuando lo hace utiliza su saliva como pegamento para adherirlos al cabello lo más cercano al folículo, es decir solo uno o dos milímetros de la superficie de la cabeza.
El cabello crece a razón de 0.2 a 0.4 milimetros por día y los embriones de los piojos duran dentro de su cascarón alrededor de 7 días antes de eclosionar, de salir al mundo como ninfas, piojos jóvenes.
Las liendres vivas tienen un color parduzco sobretodo en una “tapita” llamada opérculo y tienen un volumen que se reduce cuando se aplica presión sobre ellas como cuando se aplastan contra las uñas.
Liendres muertas
Lo datos anteriores quieren decir que una liendre que es adherida por su madre al cabello a 1 mm del cuero cabelludo en 7 días se habrá separado apenas unos 2.8 milímetros ¿Por qué es esto importante? Porque las liendres que encontramos a un centímetro de la piel ya no contienen embrión, están vacías y ya no representan peligro de contagio.
El problema es que estos cascarones vacíos suelen producir mucha ansiedad y frecuentemente se recurre a tratamientos para piojos por la presencia de liendres muertas cuando es posible que ya no exista infestación.
El otro problema de las liendres muertas es que tienen un color blanquecino-nacarado que puede confundirse con la caspa o con residuos de ciertos materiales como aerosoles para el cabello, algún polvo blanquecino como el que se desprende de la pintura de techos o paredes húmedas o inclusive ceniza en el ambiente.
En muchas ocasiones la presencia de estos residuos que no son ni siquiera liendres muertas activa las alarmas de una contaminación por piojos.
Huellas de rascado en el cuero cabelludo
La comezón que se siente en las pediculosis es producto tanto del movimiento de las ninfas, que son las especies jóvenes de los piojos y los mismos piojos adultos, tanto cuando caminan como cuando succionan la sangre.
El estímulo del movimiento de estos insectos despierta una sensación de las terminales nerviosas de la piel tan frecuente y tan intensa que obliga al individuo a rascarse también frecuentemente y con mucha fuerza ocasionando en una gran cantidad de casos lesiones que consisten en escoriación de zonas de mayor o menor extensión en el cuero cabelludo.
Dichas lesiones se pueden observar cuando se explora la cabeza de la persona afectada como zonas enrojecidas, hinchadas y con costras precisamente por el rascado.
Pero en algunos casos el rascado produce una infección secundaria que puede agravar la inflamación de los sitios mas lesionados y producir costras melicéricas, es decir semejantes a miel y cera o francamente la salida de pus con aumento de la temperatura.
Ninfas y piojos adultos
Finalmente, como lo mencionamos, la evidencia irrefutable de que una persona cursa con pediculosis es encontrar ninfas y piojos adultos en su cabeza o alguna parte de su cuerpo.
Sería difícil que al encontrar un animalillo caminando en la cabeza de una persona que además ha presentado alguno de los otros signos descritos este no fuera un piojo. Las mamás, pero sobre todo las abuelas tienen muy buen ojo para estos bichos y una vez visualizados solo es cosa de que caigan entre las uñas de sus dedos para que el tronido se oiga varios kilómetros a la redonda.
No obstante, como no todos hemos sido entrenados en estos menesteres, no es de extrañar que muchos de nosotros no estemos lo suficientemente familiarizados con un piojo como para reconocerlo tan solo al verlo. De hecho, es mas probable que sean muchas mas las personas que nunca han visto un piojo que las que sí y podrían confundirlo con cualquier otro insecto que se haya aventurado por el cuerpo o la cabeza.
Por esta razón para ayudar a que todos tengamos una mejor idea de cómo son los piojos y poder diagnosticar con toda razón una pediculosis cuando los encontremos, en la siguiente entrada presentaremos algunas imágenes muy ilustrativas tanto de piojos como de liendres acompañadas de explicaciones sobre su estructura y otras características.
Nuevamente, dado que no contamos con un microscopio en cada hogar la recomendación es que se tengan a la mano lentes de magnificación o lupas que permitan explorar a los miembros de nuestra familia en caso de duda.
A continuación, la imagen de un piojo y una liendre vivos observados bajo el microscopio:
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